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Año 2024 y propósitos de lectura

  • Rosa Burgos Ruiz
  • 2 ene 2024
  • 3 Min. de lectura

Empieza el nuevo año. Todos empezamos, esta vez, tanto la semana como el mes, llenos de ilusión por la lista de lecturas pendientes que hemos recopilado hasta el día 31 con ganas de empezar de cero. Los retos del número de lecturas empiezan a establecerse y todos deseamos superarnos un poco más y no solo por un libro o dos.

 

Sin embargo, en este caos acelerado, quiero poner un poco de cordura. Leer es una actividad que hacemos como pasatiempo, un disfrute que nos hace viajar por mundos imposibles y conocer personajes excepcionales lejos de nuestro día a día. No es necesario correr, a veces se disfruta más paseando.

 

Nos quejamos del fast-publishing, de los libros que salen de prisa y corriendo, casi sin tiempo para el autor de perfeccionarlo ni para el editor y el corrector de retocarlo. La necesidad de tener el siguiente libro de una saga en las estanterías para el siguiente gran evento de compra consumista es en detrimento de la calidad y, por desgracia, perjudica a los lectores más que a nadie. Y diréis, ¿qué tiene esto que ver con que vuestro reto de lectura sea alcanzar 200 libros leídos este año?

 

No es una relación directa, en absoluto. Los últimos responsables y, como bien os digo, más perjudicados por esta tendencia de mercado, somos los lectores. Pero a veces este fenómeno que se extiende en redes sociales cada día trae, para algunos, las mismas consecuencias. Este artículo es para vosotros, los que, como yo, a veces tenéis tiempo, a veces no, a veces tenéis crisis de lectura, a veces leéis dos o tres libros en una semana.

 

Para lectores como nosotros, ver listas interminables en redes sociales a veces nos produce bloqueos e incluso ansiedad. Sentimos que no somos lo suficientemente productivos en cuando a lecturas, que no somos lectores de verdad porque aspiramos a un libro al mes y da gracias si sacamos tiempo de leer a diario. Sin embargo, los pasatiempos nunca han sido ni deben ser algo en lo que ser productivo. Son, y en especial la literatura lo es, nuestra vía de escape del mundo real, el espacio seguro en el que nadie espera nada de nosotros, donde podemos descansar de la maratón que supone la vida.

 

¿Es esto una crítica a quienes pueden leer 100 libros en un año? Por supuesto que no. Leer mucho o muy rápido no significa “leer mal”, significa solo tener tiempo para ello. Es importante señalar que, precisamente por ser una afición, sí loable y bien considerada, pero solo una afición, cada persona tiene sus propios ritmos y gustos y, juzgarlos, no debería ser el objetivo. En especial, juzgarnos a nosotros mismos comparándonos con lo que hacen los demás, es lo único que debería ser obligatorio cuando se trata de ser un buen lector.

 

Las redes sociales son un escaparate, es donde mostramos únicamente la cara de la manzana que no se ha golpeado con el suelo al caer. Todo lo que aparece en internet, fotografías, mensajes, historias, actitudes, es al final una parte de personaje y una parte de realidad. Como espectadores de las vidas de otros, no podemos compararlas con las nuestras propias, porque desconocemos la realidad común. Quién sabe si esa persona que vemos a través de la pantalla está de año sabático, o si tiene un trabajo relacionado con la literatura, o si su día a día y sus cuestiones personales lo drenan tanto que es incapaz de comprender dos oraciones seguidas de un texto cuando llega la hora de descanso.


La cuestión esencial, sobre todo ahora que comienza un nuevo año y empezamos a trabajar en nosotros y nuestros propósitos desde cero, es ser pacientes con nosotros mismos. El objetivo principal debe ser disfrutar con la lectura, ser felices y dedicarle el tiempo que queramos y podamos. No permitamos que las prisas del mundo productivo y la trepidante publicación de volúmenes que tanto criticamos envenenen nuestro pasatiempo de descanso. Seamos compasivos, que, cuando termine 2024, si no lo hemos sido ya en 2023, podamos decir que, al fin, nos permitimos aprender que leer y cuidarnos a nosotros mismos, van de la mano.

 


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