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Reinventándome: Mi experiencia como Docente en la NYPL

  • Rosa Burgos Ruiz
  • 31 oct 2023
  • 3 Min. de lectura

Con mi reciente mudanza a Nueva York he tenido que reinventarme. Aquí no es fácil conseguir un visado de trabajo y, aunque el mío permite solicitarlo, el proceso puede llegar a ser muy largo. Sin embargo, existen otro tipo de oportunidades que pueden ser muy enriquecedoras.


En mi caso, dejar mi empleo fue más una opción motivada por una necesidad de descanso, quería repensar mis prioridades y objetivos vitales. Cuando llegué aquí, lo último que tenía en mente era buscar otro empleo con horarios similares y sin oportunidades de crecimiento, pues solo estaré aquí diez meses. Me tuve que preguntar a mí misma qué necesitaba y con qué actividades que me permitieran crecer como persona podía llenar mi tiempo libre en esta ciudad y, en ese proceso, encontré la Biblioteca Pública de Nueva York (NYPL). Apliqué como voluntaria para ser docente y, tras un pequeño proceso de selección y entrenamiento, hoy soy parte del cuerpo de voluntarios de esta institución con más de un siglo de antigüedad.


La Biblioteca Pública de Nueva York se estableció en 1895 unificando las grandes bibliotecas privadas de las familias Astor, Lennox y el fondo Tilden, con el objetivo de ofrecer a la ciudad de Nueva York un espacio público donde compartir y cultivar el conocimiento. Su edificio principal, el Stephen A. Schwarzman, está construido sobre el depósito de agua de Croton y, constituye un monumento emblemático y protegido de la ciudad. Sin embargo, no solo existe este edificio, que es una biblioteca dedicada a la conservación e investigación, también cuenta con 89 sedes con fondos de circulación a lo largo de Manhattan, el Bronx y Staten Island, además de otras tres sedes de investigación, el Centro para la práctica de las Artes Escénicas, el Centro Schomburg para investigación de la cultura negra y el Centro de negocios Yosselof.


Mi trabajo consiste en realizar visitas guiadas a los grupos interesados en las colecciones de la biblioteca principal. Llevamos a estos grupos a través de los pasillos y las colecciones explicándoles sus motivaciones y de qué materiales están compuestas al mismo tiempo que damos detalles de la propia construcción a nivel arquitectónico y artístico. Se trata quizás más de un museo en algunos aspectos que de una biblioteca.


En cuanto a su función como biblioteca de referencia e investigación, hay que destacar que los libros que alberga no se pueden sacar bajo ningún concepto de esas cuatro paredes. Un detalle llamativo es que, pese a lo enorme del edificio en sí, hay muy pocas estanterías con libros. ¿Dónde se encuentran estos casi 4 millones de libros que ostenta la institución?


Todos los libros se encuentran almacenados en un archivo bajo tierra, construido bajo el parque que colinda con el edificio, Bryant Park. Son dos plantas en las que además de trabajar algunos bibliotecarios, se encuentran clasificados los libros en función de su altura, para maximizar el aprovechamiento del espacio. Estas dos plantas del subsuelo se conocen como “Milstein Stacks” y fueron construidas en 1991 y 2016 respectivamente. Los libros tienen también en su lomo un número, que es el que se solicita arriba, en una sala de lectura conocida como Sala Principal de Lectura Rose. Una vez se recibe el número y se selecciona el ejemplar, deben enviarlo arriba utilizando un tren de color rojo, tan famoso que es conocido como “el pequeño trenecito rojo”. Antiguamente estas peticiones se realizaban enviando unos canutillos de papel hasta el subsuelo, pero ya está todo prácticamente digitalizado y se reciben en el ordenador, aunque de vez en cuando sigan llegando a la antigua usanza. Uno de estos trenecitos puede llevar unos 15kg de peso, el equivalente a alrededor de 5 libros y, suele tardar unos 45 minutos en llevar el libro desde el sótano hasta la superficie.


Ser docente me ha permitido acceder a estos entresijos que, como usuaria, solo podría conocer de oídas. Es una experiencia única el poder participar y conocer de primera mano la profundidad de las actividades que se realizan en una institución de renombre como esta biblioteca, pero también un gran privilegio aprender a través de las preguntas de otros que, como yo, llegaron aquí como curiosos visitantes. Creo que, a pesar de mi estudio exhaustivo del material y la historia de la biblioteca, me quedan muchos secretos por descubrir e investigar y, poco a poco, los iré recopilando para continuar compartiéndolos aquí.

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