El objetivo de la literatura
- Rosa Burgos Ruiz
- 15 feb 2024
- 2 Min. de lectura
De un tiempo a esta parte, supongo que influenciados por el clima social crispado, el pensamiento político y reivindicativo, ha copado todos los rincones de nuestra vida. La literatura no podía ser menos. Hemos empezado a exigir, con mayor o menor razón, que se hable en los libros de los temas importantes para las generaciones actuales, de lo controvertido, que se ponga en la palestra el debate candente de turno. Este tipo de literatura es fantástica, pero ¿es la única posible?
Hay quienes claman que la literatura debe ser siempre combativa, que es una herramienta poderosa para llegar al gran público. También hay quienes prefieren sencillamente alejarse de estas premisas y crear y leer por pura diversión, para evadirse de la realidad. Creo que ambas visiones tienen cabida en el amplio mundo de las publicaciones, según a qué lado nos queramos acercar.
En momentos convulsos, durante épocas de crisis económica o social, como la que vivimos, especialmente después de la pandemia, tendemos bifurcar la literatura en dos ramas. Esto ha sucedido históricamente. Aparecen libros críticos, que tratan de exponer los problemas presentes e incluso, a veces, se aventuran a proponer soluciones. La otra corriente considera que ya hay suficientes problemas en el mundo como para problematizar sus novelas y escriben para evadirse de la realidad, encontrar un lugar donde esos problemas no sean una realidad asfixiante. Ambas han convivido y continúan haciéndolo.
La mayoría de los lectores no suele adscribirse a una sola, eligen libros variados según sus intereses y lo que necesiten en el momento. Algunos escritores también tocan ambos palos mientras que otros se ciñen a uno solo. En cualquier caso, una vez nos decidimos por una sección, debemos entender y aceptar que puede coexistir con la otra, aunque no funcione así en nuestro imaginario interno. La realidad, siempre, es un poco más compleja de lo que podemos asumir, asimilar e imaginar en la nuestra propia y esto es un claro ejemplo de ello.
El objetivo final de la literatura no es otro que el de la expresión de una idea. Estas ideas pueden ser políticas o fantásticas, pero en ningún caso dejan de ser una historia que merezca ser contada. La escritura nos permite ordenar nuestra mente y nos da la libertad de hablar de nuestros pensamientos, de expresarnos sin tabúes, porque, parafraseando a Oscar Wilde, no hay ningún tema que en el papel sea moral o inmoral siempre que esté bien escrito. Tenemos que aceptar que, fuera de nuestra mente y de nuestro mundo interior, convivimos con otras personas y todas ellas tienen su propia burbuja, su propia historia y sus propias perspectivas. Si sus vivencias no encajan con nosotros, lo correcto es simplemente dejarlas pasar, sin olvidar nunca que, igual que nosotros creemos llevar la razón, nuestra contraparte también y por los mismos motivos.




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